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En memoria de Fernando Cuen Martín, que me amó y creyó en mí. Ya ha pasado un año. Siempre en mi corazón.

domingo, 11 de octubre de 2015

Perspectivas y expectativas



Decidí que tus cenizas descansaran en Madrid, cerca de la sierra de Guadarrama  que tanto amabas y que habías recorrido desde tu infancia, palmo a palmo. El monte era el lugar en el que te refugiabas cuando los fantasmas del pasado o los demonios del prensente menguaban tus fuerzas y zarandeaban tu espíritu.

 El diablo no existe. Hay personas que son diablos. Tú y yo lo sabemos. Y la realidad es, en muchas ocasiones, cruel, despótica y arbitraria, por mucho que cambiemos la perspectiva desde la cual la contemplamos. Es mejor no crearnos demasiadas expectativas porque la realidad puede aparecer disfrazada de negro con una guadaña y cercenarlas de golpe.

Los días pasan y yo no tengo demasiadas expectativas...ni tampoco demasiadas ilusiones... Sigo con el piloto automático conectado mientras mi corazón y mi mente vagan sin un rumbo definido entre los recuerdos y el dolor de la ausencia. En algunos momentos no puedo entender que ya no estés, que te marcharas de repente, de un día para otro. Que estuvieras vivo y un segundo después tu corazón dejara de latir.

Hay días en que se diría que el optimismo abre las cortinas y sube la persiana. Entonces, entra algo de luz y soy capaz de ver algo a través de las brumas del futuro, y me siento capaz de seguir adelante, de hacer planes, de estudiar, de cambiar de trabajo, de volver a ser feliz. Sin embargo, hasta ahora, sólo sucede durante cortos espacios de tiempo, una hora, una mañana...y entonces tu pérdida vuelve a bajar las persianas y cerrar las cortinas y me siento sola, melancólica y (cuando la soledad y la melancolía se hacen insoportables) furiosa.

Expectativas que se quiebran y decepciones que escuecen. La muerte es una excelente maestra y pronto nos enseña que, al final, el que sufre y el que más llora a un ser querido es el que se queda solo, el resto de familiares y amigos se desvía pronto del camino del duelo y retoman sus vidas como si nada hubiera pasado.

Ayer por la mañana el optimismo abrió las cortinas y subió las persianas de mi alma y, en aquel momento, pensé en la próxima entrada de mi blog y en lo que quería explicar  pero, aceptad mis disculpas aquellos que me leáis si en realidad esta entrada vuelve a estar teñida de tristeza y meláncolía. Mi habitación está a oscuras.

LLegarán días mejores, el dolor y la tristeza darán lugar a la dulzura del recuerdo y yo podré continuar con mi camino, pero la Gran Maestra me habrá enseñado algunas lecciones, entre ellas que no debo esperar demasiado de nadie, ni crearme demasiadas expectativas. La única persona de la que hubiera podido esperarlo todo ya no está.







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