Aviso para navegantes

En memoria de Fernando Cuen Martín, que me amó y creyó en mí. Ya ha pasado un año. Siempre en mi corazón.

sábado, 29 de agosto de 2015

Desde tu partida...

Querido sapote gruñón,

Nuestra pequeña tropa está bien. Míguel aprobó 3º de ESO con un promedio de notables y sobresalientes. Claire y Rita están tan bonitas como siempre, aunque estoy segura de que si pudieran hablar no dejarían de reprocharme que haya traído a casa a esa cosa enorme y negra de cuatro patas que no deja de perseguirlas y de ladrarles, y que ha ocupado el lugar que les correspondía en mi habitación. Nuestra pequeña tropa son la razón de mi vida, mi razón para continuar.

Sí, Zulú es un trozo de pan, dulce, con una mirada inocente que derrite a cualquiera pero...un cabroncete que, cuando no está dormido y quiere jugar, agobia a las gatas que se refugian debajo del sofá, de las camas o en la galería, defendiéndose con bufidos y zarpazos. Tu Zulú está hecho un tremendo trasto. Confieso que hay momentos en que me pregunto cómo he podido ser capaz de meterme en semejante lío y encontrarme con este circo en casa. No doy abasto, estoy agotada. Zulú me supone levantarme a las cinco y media de la madrugada, pasearlo cuatro veces al día. No hay prácticamente día en que no lo lleve hasta el pipicán para que pase una hora suelto con su pelota o jugando con otros perros.

Trabajo, casa, hijo, gatas...perro...mi vida se reduce a eso y, envolviéndolo todo, tu ausencia, la incredulidad que aún me asalta en ocasiones, el dolor, la impotencia... Cuesta mucho aceptar que nunca más volverás, que no disfrutarás de una puesta de sol en el pantano de Manzanares, de un paseo por la playa, de tus libros, del aire, de un paseo por la sierra...de mi amor, de mis regañinas, de mis caricias. Cuesta mucho aceptar que ya no estás conmigo para compartir mi vida, mis alegrías, mis preocupaciones, mis noches y mis días, que nunca más me dormiré con tu brazo rodeando mi cintura y tu respiración en mi nuca.

He perdido la fe, cariño, la que aún me quedaba. La fe en que todo tiene un sentido, en algo más allá de este lugar en el que estamos. Nunca había creído a pies juntillas en un Dios Todopoderoso, pero sí que, cuando reflexionaba, la vida me parecía algo con mucha mayor trascendencia, en mi interior sentía que todo tenía un propósito...no sé cómo explicarlo... y no tengo ganas de filosofar. Esto es simplemente una carta para ponerte al día porque, aunque es lo que querría, dudo de que te hayas podido quedar junto a mi para seguir de cerca mis pasos. Internet llega a todos sitios, quizás llegue a donde tú estás.

Tengo días mejores y peores. Los días pasan unos detrás de otros. Amanece y anochece y yo me levanto y me acuesto. Y cumplo con mis obligaciones, y hablo y río...pero tu ausencia sigue ahí, agrandándose...

No sé qué hacer con mi existencia. Nuestros planes se han desvanecido y me toca continuar sola. Desearía poder coger mi vida y sacudirla como si fuera una alfombra para airearla; me gustaría poder cambiar de población, hacer las maletas, irme de Cataluña, empezar en otro sitio, excepto en Madrid  (porque tu ya no estás allí), cambiar de trabajo, reinventarme. No lo sé. Supongo que me siento demasiado sola, demasiado perdida ahora que te has ido. Rodeada de personas, pero sola con mis pensamientos.

Miro a la gente, el cielo, los árboles, escucho las conversaciones y todo eso me parece inconsistente tras haber sido abofeteada por tu muerte, que trajo consigo la certeza de que somos motas de polvo sin más importancia para el universo que las hormigas que aplastamos incoscientemente al caminar. Pobres motas de polvo paseando nuestro ego como si fueramos algo especial e importante.

...Pero esto es el amor. Tú y yo lo sabemos. Y esas personas que te hirieron y que no se merecen ni ser nombradas, nunca sabrán lo que es. No sabrán lo que es sufrir y perder porque para eso es preciso saber amar y ser amado. Y sus corazones emponzoñados nunca tendrán esa suerte.

Te quiere,

Tu ranita