Aviso para navegantes

En memoria de Fernando Cuen Martín, que me amó y creyó en mí. Ya ha pasado un año. Siempre en mi corazón.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Manos que se entrelazan



Una semana más. Casi cinco meses desde que la muerte entró sin llamar, te encontró durmiendo y te arrastró con ella a traición, sin darte tiempo a defenderte. Si no hubiera sido así, hubieras luchado con uñas y dientes, porque nunca te faltó el valor para defenderte y para defender a los que que querías, para defender tus valores y tus creencias. 

Muerte cobarde y traidora, no sé si algún día podré hacer las paces contigo. 

Una semana más y la ausencia es como un agujero negro que me absorbe. Soy una más entre los pasajeros del tren que me encuentro cada día al ir a trabajar, una más al caminar por la calle, una más entre los compañeros de oficina, una más en el supermercado... Pero sólo estoy presente a medias, mi espíritu y mi mente están en otro mundo paralelo en el que estás tú: recuerdos, instantáneas, imágenes, palabras, risas, sueños...

Las noticias hablan de la tragedia de los inmigrantes sirios y a cada momento me pregunto qué hubieras dicho tú, qué me hubieras explicado, si estarías de acuerdo o no con la información, con los comentarios. Tu pasión era precisamente informar, tu pasión era informarte e informar con veracidad. Analista experto en terrorismo islámico, con tu propia opinión razonada y contrastada de cualquier tema de política nacional o internacional. En ocasiones no estaba de acuerdo contigo, pero era difícil rebatirte cuando tú tenías siempre hechos, números, información y una gran formación en historia y geografía (aunque se me pusieran los pelos de punta con tu sintaxis).

Y así, me siento a la deriva, y necesito tu opinión sobre lo que está pasando en el mundo, a pesar de que, cuando estabas conmigo, había llegado a enfadarme porque me sentía colapsada por la avalancha de información, porque tenía que pararte los pies para que no te pasaras horas diseccionando la actualidad en tu deseo de darme información fidedigna. Era tu pasión. Ojalá yo pudiera sentir la misma pasión que sentías tú como periodista porque estoy segura de que hace tiempo que habría escrito un best-seller y me habría hecho famosa... Seguro que ahora te ríes por mi ocurrencia.

Ojalá pudiera entrelazar mi mano con la tuya. Tu mano, una mano pequeña comparada con tu corpulencia, con tu corpachón, ese cuerpo grande que escondía una sensiblidad aún más grande.Una mano que de igual manera podía manejar un arma, que sujetar con delicadeza una diminuta maqueta, accionar una cámara fotográfica, acariciar con extrema ternura...la mano que se entrelazaba a la mía cuando paseábamos, esa mano que ya nunca me darás.

Soledad. Nuestro entorno, tus amigos y mis amigos, tienen sus propias vidas de que ocuparse e imagino que piensan que, tras el funeral, yo he iniciado la remontada y ya camino otra vez por la senda de mi vida. Y no es así. Mi vida sigue detenida en el momento en que moriste. Que siga trabajando, comprando, limpiando, hablando, incluso riendo...no quiere decir que camine...mi corazón y mi alma siguen hechos pedazos al pie de ese reloj que se rompió el día 24 de abril de 2015, hace casi cinco meses, cuando tu corazón se detuvo.

Sé que tengo que remontar y seguir adelante. No soy una jovencita, pero tampoco una anciana. Estoy a un año de los cincuenta, una edad a la que aún quedan algunas cosas por hacer. A esa edad la gente sigue enamorándose y hace planes. Pero ¿cómo voy a enamorarme yo? ¿Tienes algún hermano gemelo al que no conozca? Porque en estos momentos echo de menos hasta tus defectos y me resultan estúpidas las cosas por las que me enfadaba o por las que me sacabas de quicio.... Al final te fuiste sin cortarte el pelo y quitarte la coleta que llevaste los últimos meses. Y me tomabas el pelo diciéndome que a ver si me ponía de acuerdo, que cuando llevabas el pelo corto te decía que no te gustaba tan pelón y que ahora que lo llevabas largo tampoco me gustaba. Y yo respondía que no había que irse de un extremo al otro.

Has dejado el listón demasiado alto. ¿Dónde podría encontrar a un hombre con tu determinación, con tu valor, con tus principios, con tu sentido de la justicia y del honor, a un hombre tan valiente, tan decidido, tan cariñoso, tan sensible y que me ame tanto como tú me amaste? Creo que en ningún sitio. Si existe, házmelo saber.

Hace sol. Zulú duerme a mis pies, Claire en el sofá y Rita debe de estar dormida en alguna de las camas. Míguel con su padre. La vida sigue y yo sigo preguntándome qué sentido tiene todo, qué hacemos aquí, para qué nacemos, amamos y hacemos planes para morir en cualquier momento dejando lágrimas y recuerdos y, al cabo de unos años, cuando mueren las personas que nos lloran, olvido.

De momento yo sigo recordando.

Te quiere,

Tu ranita



sábado, 5 de septiembre de 2015

Vínculos

Zulú reposa a mis pies (no lo diré muy alto) y las gatas están durmiendo a pocos pasos. Tranquilidad después de un buen rato de ladridos, maullidos, gritos y carreras.

El día amaneció soleado. En el exterior, ruido de automóviles que pasan y de gente que hace sus compras (es sábado por la mañana) o simplemente pasea. Hace tiempo que me molesta que los sonidos del exterior entren en mi casa. Desearía que los únicos sonidos que llegaran aquí fueran el canto de los pájaros, el de los grillos o el borboteo de un manantial de agua. Dudo de que algún día pueda ser así, a no ser que me haya tocado o me toque el cuponazo o la primitiva.

Fernando y yo soñabamos con tener algún día una casa con terreno y jardín para nuestros animales. Él acostumbraba a soñar, él decía, un tanto vulgarmente, cuando miraba casas o imaginaba lo que haría en tal o cual terreno, que él simplemente se hacía "pajas mentales".

 Soñar y desear es lo único que tenemos. Si no pudiéramos soñar, la vida no tendría mucho sentido, por mucho que los gurús, filósofos y maestros religiosos nos digan que hay que vivir el presente. El presente es a menudo muy prosaico, repetitivo y aburrido. Es necesario soñar para no ser muertos en vida.

Desde que él murió no sueño despierta. No sé qué soñar porque me había acostumbrado a que mis sueños lo incluyeran a él, más bien, era el principal elemento de mis sueños, al lado de mi hijo. Sí.  Sigo deseando que me toque la lotería para dejar de trabajar, comprarme una casa y dedicarme a hacer lo que más me guste, pero ahora a esos sueños le falta la chispa, la ilusión, el brillo,  porque si se cumplen esos sueños, él no estará para compartirlos conmigo.

Los vínculos que nos unen a determinadas personas son algo extraño. Groucho Marx decía que el matrimonio hace extraños compañeros de cama. Yo diría que es el amor el que hace extraños compañeros de cama.

Cuando Fernando se puso en contacto conmigo a través de una red social, dudé entre contestar o no, pero al final lo hice con una sonrisa en mis labios mientras le escribía y le decía, aproximadamente, con un toque de humor que "no podía menos que contestarle porque tenía curiosidad por saber cómo un hombre como él, superviviente de unas cuantas guerras, podía interesarse por alguien como yo, en cuyo perfil se veía perfectamente que era poco menos que una madre trabajadora a tiempo completo". Y él me respondió y yo volví a escribir y, desde entonces ya no nos separamos hasta el día de su muerte, a pesar de los 600 km que impidieron que pudiéramos vivir juntos como queríamos. Y así estuvimos el uno al lado del otro, en lo bueno y en lo malo, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte nos separó. Sólo nos faltó decir el sí quiero.

La vida también hace extraños compañeros que llegan a tu vida y se quedan, a veces físicamente, otras veces en tu corazón, entrelazados entre los recodos del alma, para siempre.

La muerte de Fernando también creó esos vínculos, al menos en una dirección, la de mi corazón y mi agradecimiento, y descubrí a los que realmente habían sido sus grandes amigos. Triste es tener que descubrir eso una vez muerto.  

Madrid, León, Bilbao... De algunos no volveré a saber nada, otros, espero de verdad que de una forma u otra se queden en mi vida... Lo cierto es que siempre lo estarán aunque yo desaparezca de las suyas y nuestras existencias den un giro de 180 grados.

Vínculos...que no mitigan mi pena, ni enmascaran tu ausencia pero que dan un poco de paz a mi corazón maltrecho.