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En memoria de Fernando Cuen Martín, que me amó y creyó en mí. Ya ha pasado un año. Siempre en mi corazón.

sábado, 8 de marzo de 2014

RITA





Una bolita de pelo blanca y negra, chiquitina, inocente y dulce, con lindos ojos verdes. Nunca olvidaré a Leila pero querré a Rita tanto como la quise a ella y tanto como quiero a Claire. Rita, una cachorrita de apenas seis meses que ya me ha entregado su confianza, que duerme en mis brazos tranquila y relajada, hecha un ovillo, acurrucada en mi regazo.

Maullidos, bufidos y miradas de sorpresa… Se acercan, se huelen, se erizan...en su propio idioma gatuno, y, lentamente, les gana la curiosidad, se aceptan y conviven. No siempre es tan sencillo en el mundo humano, en el mundo humano donde abundan seres sin escrúpulos, violentos y desalmados, capaces de maltratar a los pequeños seres de cuatro patas que llenan nuestra vida de inocencia, cariño y alegría; que nos enseñan la importancia de la responsabilidad y del compromiso porque dependen absolutamente de nosotros.

Odio y asco siento por esos asesinos, por esos seres mutilados a quienes les falta el alma y el corazón y que no merecen el aire que respiran. Llamarles insectos sería degradar a una parte de la creación. Ellos son simplemente cáscaras vacías. Dios se quedó sin aire y no les pudo insuflar la humanidad.


Sentada junto a mis gatas que se acurrucan en mi regazo y ronronean, recuerdo lo que realmente importa, el hogar, la tranquilidad, los seres a quienes queremos y que nos quieren. Al final de nuestro camino, llevaremos en la mano nuestro libro de cuentas y lo único que habrá merecido la pena será el número de seres humanos o de cuatro patas a los que hayamos conseguido hacer felices.

Bienvenida a casa Rita. Bienvenida a nuestros corazones.

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