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En memoria de Fernando Cuen Martín, que me amó y creyó en mí. Ya ha pasado un año. Siempre en mi corazón.

sábado, 23 de mayo de 2015

Tatuaje




Son las doce y media del día 23 de mayo, sábado. Mañana hará un mes desde que tu corazón se detuvo y dejaste de respirar. Yo sigo respirando, pero mi corazón también se ha detenido, sorprendido, dolorido, incrédulo.
Durante casi dos años y medio giré en torno a tu órbita. En realidad, giraba en torno a dos órbitas, la de mi hijo y la tuya, intentando ajustar el mecanismo de mi nave para mantenerme próxima a las dos, disponible, cercana, presta a socorrer a mis dos soles.
 Dos años y medio intensos, colmados de experiencias, de vivencias, de amor, de ternura y también de problemas que fueron creciendo como una bola de nieve, de preocupaciones y de frustración. Y, sin embargo, nunca dejé de aferrar tu mano y de estar ahí y tú lo sabes. Y es lo único que ahora querría poder repetirte y confirmarte, que te quise, a pesar de que a veces no veía la luz al final del túnel y de que protestaba y me enfadaba. Sé que es una estupidez. Tú lo sabías, lo sabes. Sabes que siempre cubrí tu retaguardia, como un soldado, y que, como una amante esposa, te escuchaba, asentía o te contradecía, te acariciaba, te regañaba, apagaba fuegos y te lanzaba el salvavidas…y me sentía amada y deseada y respetada y mimada. Si hubieras podido, hubieras disparado a la luna para derribarla del cielo y ponerla a mis pies, no albergo ni la más minúscula duda, pero no tuviste la oportunidad.
De una y mil maneras intento retenerte. Tu foto sobre la mesa mientras escribo estas líneas, tu foto en la mesilla de noche y en la pared del dormitorio, tu ropa en mi armario, tus camisetas en un cajón, tus zapatillas al lado de mis zapatos. No hay lugar en donde no estés presente y, aunque no estuvieras en ninguno, seguirías aferrado a cada célula de mi cuerpo, a cada pedacito de mi espíritu.
Es triste que no nos demos cuenta de lo mucho que tenemos hasta que lo perdemos y de lo poco que importa todo lo demás.
Amor y odio en proporción. Amor y lealtad hacia ti. Odio hacia los que intentaron pisotearte mientras vivías y que quisieron humillarte y hacerte desaparecer tras tu muerte. A veces decías, no sé si con estas mismas palabras, que yo era demasiado buena para creer que hubiera tanta maldad. Sí que lo creía, y poco a poco había ido dándome cuenta de la  que te acechaba personificada en seres cercanos, pero hasta el momento de tu muerte no supe que alguien pudiera albergar tanta perversidad. Tres buitres, tres hienas cebándose en un cadáver cuando ya no podía defenderse.
Me duelen los recuerdos que con tanto cariño reuniste y que han sido mancillados y ultrajados, me duele pensar que manos irreverentes y malditas han tocado todo lo que te pertenecía.
Ni olvidaré ni perdonaré. Nunca. Jamás.
De una y mil maneras intento retenerte. Estás en mi corazón y estás en mi casa. Tan sólo necesito tenerte en mi piel.



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